domingo, 22 de abril de 2012

Día a Día

Me levanto cada mañana entre los sueños y las sábanas. Al principio cuesta abrir los ojos, pero poco a poco se van adaptando a la realidad. La primera sonrisa del día se pierde entre los cereales del desayuno. Después una ducha cálida para relajar el cuerpo. Caminar y disfrutar de los primeros rayos de sol. La ciudad se cuela por todos mis sentidos. Los sonidos de los coches y la gente por mis oídos. Los edificios y árboles por mis ojos. El chicle que saboreo entre mis dientes estimula mi gusto. Cada día es el mismo camino y cada día es aun más bello. Un nuevo detalle, una nueva persona, un cruce de miradas, una nube en el cielo... Una ciudad puede ser tan impresionante como un buen cuadro, por muchas veces que la mires nunca te cansarás de contemplarla. Intento disfrutar de cada momento, de cada instante. Conseguir que los demás sonrían y que los demás me hagan sonreír. Una comida, un trabajo, una conversación, todo puede ser tan rico como uno quiera. La rutina se puede romper utilizando la creatividad. Las mismas personas no es algo aburrido pues cada una de ellas supone un universo tan basto y grande de conocer que ni en diez vidas podrías recorrerlo plenamente. El cielo cambia y la luz del sol da paso al brillo de las farolas. La luna lo observa todo desde las alturas. La vuelta al hogar se realiza junto al cansancio del día. Espera una cena en casa junto a las personas que probablemente más quieras. Preguntas qué tal ha ido el día y compartes los momentos más importantes con ellos. Un vaso de leche caliente, un libro o una serie. Y la vuelta al lugar donde lo empezaste. La vuelta al mundo de los sueños, las ilusiones y las fantasías. Pero te olvidaste de algo, lo mejor de todo: mañana podrás volver a disfrutar aun más de lo todo lo que ayer hiciste.

No hay comentarios: