viernes, 20 de agosto de 2010

Las pequeñas huellas

Una vez más la inspiración me viene a la hora que no debe, mi lugar debería ser probablemente un sueño o al menos estar tirado sobre mi cama, pero no, aquí me tiene pegado al teclado, arrastrándome a escribir algo con ella. Pues es una parte de mí que a veces irrumpe sin que yo lo ordene, y cuando más la necesito no está, es una relación complicada. Pero esta vez no se saldrá con la suya, intentaré plasmar la idea que ha venido a traerme. Imaginemos una playa, pero tendré que dar algunas pistas sobre el lugar en el que nos encontramos. Es una playa vacía, estar rodeado de miles de familias con pequeños chiringuitos, tíos con cuerpos de gimnasio mezclados con cuerpos de bar y bonitas extranjeras asando sus encantos al sol no es un sitio que me inspire demasiado. Volvamos a esa playa vacía, donde dentro de unos pocos minutos empezará el atardecer. El mar está en calma, aunque el pequeño rugido de alguna ola nos advierta que está ahí, vigilándolo todo. Andar por la arena cerca de la orilla me ha resultado siempre algo mágico. Podéis pensar o ponerme cual adjetivo para describirme, desde friqui hasta cursi, pero es una sensación bastante peculiar. Podría detenerme a describiros mil aspectos de lo que me transmite, pero me centraré solo en uno, las huellas.

Siempre comparo las huellas que producen mis pies en la arena con el tiempo, quizás sea una comparación odiosa o no muy afortunada, pero la idea es sencilla, mientras que vamos caminando vamos dejando una serie de huellas que indican que hemos caminado por allí, una especie de prueba de ese maravilloso paseo. Pero cuando avanzamos unos metros las olas han borrado nuestro camino. El tiempo es parecido a las olas del mar, poco a poco nos va devorando y hace que las cosas se pierdan. Nos encantan los recuerdos, y ahora gracias a la tecnología podemos hacer “pequeñas huellas” que sean imborrables: como una fotografía, un video o un diario. Podemos protegernos del olvido de aquellas sensaciones y experiencias que han sido importantes para nosotros. Muchas veces recordar ciertos momentos será una de las claves para lograr que nos sintamos mejor. Creo que es importante saber protegerse ante el tiempo y poder guardar las mejores emociones que sintiéramos en esas pequeñas huellas, para que nos permitan volver a recordar algo importante para nosotros. Pues al final son nuestros recuerdos de los hechos, y no los hechos en sí, los que guardamos. Vivimos más tiempo con nuestro recuerdo que con la propia acción, por eso es bueno quedarnos con los detalles para poder disfrutarlos tantas veces como queramos. Es cierto que también hay recuerdos malos y dolorosos, con ellos hay que dejar que el mar los borre. Aunque aprendamos de ellos, muchas veces es mejor construir buenos recuerdos sobre ellos. Al fin y al cabo, el tiempo está ahí, pero somos nosotros los dueños de decidir qué pasos debemos tomar mientras lo atravesamos.


Próximamente la entrada sobre el sentido de la vida, siento si esto no está lo mejor redactado pero quiero dejarlo como ha venido. Ahora mi inspiración se ha marchado y ha dado paso al sueño. Espero que vuelva pronto.

Gracias por leerme.

3 comentarios:

Calipso dijo...

Entiendo a que te refieres y sin duda es una buena comparación. El problema que tenemos todos es que nuestra mente es caprichosa y se queda con aquello que duele y martiriza, para que no lo olvides y salgas fortalecido, para que no te vuelvan a dañar... En cambio los momentos buenos los pierdes porque no somos capaces de apreciar lo que realmente nos producen, los dejamos pasar simplemente, como algo que llega sin llamar y cuyos pasos suaves y livianos apenas dejan esas huellas a las que te refieres.

Podría establecer la similitud entre rocas y arena. Sobre la arena caminaría la alegría y sobre las rocas el dolor, que deja sus huellas marcadas en la roca, que va desgastándose con el paso del tiempo.

No sé si me he llegado a explicar! En fin, siento la parrafada xD!
Sigue escribiendo :)

Anónimo dijo...

Alguna vez he pensado cosas parecidas a lo que has escrito. Recordamos cada día, cada minuto, cada segundo. A veces una acción que no dura más que un suspiro, una mirada, una palabra o un simple paso nos hace recordarlo durante meses...

Me siento identificado con tus palabras y con tu inspiración :)

PD: Soy Alex, tu compi de la uni.

Javier dijo...

Solución: Pisa fuerte, vive intensamente cada minuto, cada momento.
Como decia el beato Pier Giorgo Frasatti "Quiero vivir y no vegetar".